sábado, 21 de diciembre de 2013

Sobrevivir a la navidad.

Me llamo Blanca, tengo 31 años, vivo sola en un pequeño apartamento en el centro de Madrid  y soy ese bicho raro que cada Navidad acude a la cena de nochebuena sin pareja.
Colecciono zapatos, contradicciones y amantes con síndrome de Peter Pan.
Me gustan los gatos pero no los gatillazos. Adicta a los principios pero no a los príncipes. La compañía masculina me sobra si son más de las cinco de la mañana. Dame una barra de bar, haré malabares.






- Eres muy exigente. Se te va a pasar el arroz. ¿Qué fue de aquel chico, Miguel, el ingeniero? -pregunta mi hermana Clara, encinta de su tercer vástago.

Miguel parecía el hombre ideal, apuntaba maneras. Hasta que las maneras dieron paso al amaneramiento y un día le sorprendí, comiéndole el cuello a mi mejor amigo.Porque toda soltera que se precie tiene que tener un gato,  la despensa llena de botellas de Chardonnay y un amigo gay.

¿Pareja? La última relación seria me duró un otoño largo. Nos conocimos el septiembre pasado. Fue intenso. Pasamos horas haciendo el amor, bebiendo vino en mi apartamento, viendo series... Estaba segura que para Navidad podría presentarlo oficialmente a mi familia, pero días antes se rompió la magia :le entró el pánico al compromiso, el síndrome de Peter Pan del que hablaba.

La última vez que le ví fue entre la estación de invierno y la de Atocha. Paseando de la mano de su nueva víctima Campanilla.

Todas estas relaciones frustradas han hecho de mi una mujer fuerte e independiente. Ahora veo la vida de otra manera. A partir de ahora, cada vez que conozca a un tipo interesante, entrará y saldrá de mi vida cuándo y cómo yo quiera. Mi nueva filosofía: lo siento, pero te quiero solo como amigo abrigo.